"Abrirte ha Jehová su buen depósito, el cielo, para dar lluvia á tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás á muchas gentes, y tú no tomarás emprestado" Deuteronomio 28:13
Economía: Este es el más fácil de definir, porque significa que cada ente tiene los recursos suficientes para permanecer en un estado de confort o bienestar, incluyendo el aspecto de seguridad futura de seguir contando con esa estabilidad en el aspecto monetario. Casi siempre se hace referencia a las personas, en cuanto a su sueldo o ingresos en general para poder sostenerse y llevar un buen nivel de vida; sin embargo, en un proyecto de empresa, se puede referir a que se cuenta con una tasa interna de retorno o tasa de crecimiento constante.
Gente: En el caso de una empresa o proyecto, se refiere al capital humano como elemento de éxito y que cuenta con un reconocimiento individual o condiciones de trabajo satisfactorias. En el caso de una población, la gente debe de contar con los elementos que proporciona la sociedad en general, libertad individual, acceso a servicios, equidad de trato, etcétera. El estado, como agente regulador, o la dirección de las empresas, deben de garantizar esa equidad de trato y acceso a los beneficios de la misma.
Medio Ambiente: Contra lo que puede pensarse, no se refiere sólo al aspecto ecológico que es muy socorrido, sino al tipo de ambiente en que se mueve la sociedad o la gente que participa en una empresa. Obviamente el equilibrio de bienestar ecológico incluye un contacto adecuado con el medio ambiente (plantas, jardines, etcétera) pero también a ambiente libres de agentes contaminantes (humo, olores, incluso bacterias o gérmenes).
Bajo este contexto las autoridades, dirigentes y población en general han estado buscando el dichoso equilibrio en estos tres aspectos, pero si esto lo vemos a la luz de la Biblia vemos que ya existe una fórmula para lograr esto y sólo enfocándonos en uno de los tres aspectos.
Durante la peregrinación en el desierto del pueblo de Israel hacía la tierra prometida, Dios les dio mandamientos, reglas y normas para vivir una vida próspera y fructífera en la tierra. En el libro de Deuteronomio capítulo 28 al 30 se declaran las consecuencias (buenas y malas) de seguir o no estas indicaciones. Estas leyes y reglas fueron aumentando con el paso del tiempo de manera más específica en algunos casos, pero en la época de Jesús, él mismo las agrupó en dos mandamientos universales.
El primero: amar a Dios con todo tu corazón, con toda la tu alma y con toda tu mente. El segundo: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La conclusión de estos dos mandamientos era que de ellos dependían "toda la ley y los profetas"; es decir, todos los mandatos de Dios van enfocados a estos dos aspectos.
Si analizamos con detenimiento "la ley y los profetas", nos damos cuenta que todas la reglas que no tienen que ver con la relación con Dios se enfocan al segundo aspecto del diagrama del desarrollo sustentable: la gente. Ya en el post pasado escribí sobre la forma de cuidar el medio ambiente mediante lo que decía 2o Crónicas 7:14. Este versículo en su parte final sigue teniendo el mandato fundamental de guardar los mandamientos de Dios.
En Eclesasistés 12:13 se nos afirma "El fin de todo el discurso oído es este: Teme á Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre". Y si estos es el todo del hombre, cuando leemos las bendiciones expresadas en los primeros 14 versículos de Deuteronomio 28 vemos que eso incluye los beneficios económicos y ambientales, recalcando que serán específicos para cada territorio en particular. Jesús dijo en Mateo 6:33 "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Jesús aquí se refería también a todas las bendiciones que Dios derramaría sobre ellos y que están contenidas en la Biblia.
Otro aspecto importante que debemos considerar es que las bendiciones de Dios son particulares, responden a una devoción delimitada, como en el caso del pueblo de Israel. Las bendiciones sobre su economía y medio ambiente eran específicas en su delimitación, como se describe en Deuteronomio 29. Esto quiere decir que Dios es capaz de aplicar bendiciones particulares así como las globales. Hay muchos ejemplos de desgracias ecológicas en Israel que no afectaron a sus vecinos o viceversa.
Es por eso que podemos concluir que el desarrollo sustentable, desde el punto de vista cristiano, se remite a que si seguimos los mandamientos de Dios, se derivará en beneficios económicos y ambientales. Las verdadera sustentabilidad está en Dios.